Hacia la “experticia” de la fuerza laboral
La educación por competencias es la aplicación concreta en las aulas del modelo neoliberal que busca la eficiencia economicista por sobre cualquier otro concepto. El estudiante debe ser competente para la realización de las actividades que le demanda el proceso productivo, a eso tiende a reducirse su formación académica.
Los procesos productivos y de apropiación del trabajo imponen las características con las que se estructuran las sociedades. La educación, como parte de la superestructura que sostiene el modo de producción capitalista, cumple con el objetivo de formar, educar a las masas de manera que respondan a las necesidades productivas, políticas e ideológicas de esa sociedad.
Se acostumbra a decir que a los poderosos no les interesa un pueblo educado, pues ello significa un pueblo rebelde, consciente. Más, en la actualidad esa afirmación no responde totalmente a la realidad ya que el desarrollo que han alcanzado los procesos productivos demandan mano de obra que cumpla ciertas características.
La tecnología, especialmente el desarrollo de la robótica aplicada a los procesos productivos, supone profundos cambios. Así, la mano de obra que antes se exigía apenas sepa leer y escribir para que entienda la actividad a realizar, tiende a desaparecer reemplazada por máquinas y robots capaces de realizar actividades relativamente simples. Ahora, los seres humanos en la fábrica deben realizar actividades difíciles que demandan algún nivel de “experticia” que no es más que el dominio profundo de un proceso complejo que debe resolverse a tiempo y con alto grado de eficiencia y eficacia.
Así las cosas la educación, como proveedora de mano de obra, debe capacitar a la gente para cumplir las demandas de los procesos productivos. Desde su infancia las personas deben ser eficientes aprendiendo y eficaces demostrando sus conocimientos, se van adaptando a lo que se espera de ellos. Vale decir la formación requerida es más exigente que la simple lectura y escritura, la persona debe salir al mercado laboral con ciertas habilidades que le posibiliten desempeñarse adecuadamente en un ambiente cada vez más tecnificado, donde los conocimientos técnicos son la base. Más adelante, con el devenir de la formación a nivel medio y superior, la experticia puede ser una nueva exigencia educativa.
Bajo esta concepción no se equivocan del todo quienes afirman que la educación por competencias pretende lograr que el educando sea competente en la realización de las actividades para las cuales se ha formado. Solo que no exponen toda la verdad, pues generalmente ocultan que esa educación asigna prioridad uno al dominio de determinadas actividades ubicadas por el ámbito técnico, por encima de otras que se las puede ubicar en el lado de las funciones psíquicas superiores. De esta manera se forma al estudiante para responder con eficiencia a las demandas del proceso productivo, no para cuestionarlo, criticarlo, mucho menos para transformarlo. Esta formación expresamente es anulada.
Tienen razón quienes dicen que la educación por competencias forma a la persona para competir, ya que en el proceso productivo son aceptados solo aquellos que tienen la posibilidad de adaptarse a sus mecanismos, incorporándose aquellos que demuestran estar preparados, consecuentemente deben competir entre sí en su afán de demostrarlo. En este ámbito de análisis vale dejar sentado que, mientras el sistema educativo entrega miles y miles de seres humanos para integrarse al trabajo, las fábricas y toda la infraestructura necesaria no están en capacidad de absorberlos, formándose un ejército de desocupados, que como Marx ya lo expuso, contribuye a dotar de mano de obra barata y a aumentar la plusvalía.
La educación por competencias tiene tras de sí varias líneas conductoras. Desde el ámbito político se pretende limitar el acceso a la educación para las mayorías priorizando la eficiencia neoliberal. En lo económico la reducción de la inversión estableciendo mecanismos economicistas de la valoración del rendimiento del estudiante y del docente. En lo ideológico promoviendo que las mayorías acojan y sometan su conciencia al sistema de explotación como el único, el adecuado, adaptándose al mercado. En lo pedagógico se fundamenta en la corriente constructivista que pone énfasis en la actividad individualista del educando promoviendo actitudes egoístas e individualistas, propias del sistema capitalista.
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