Para trascender de la palabra hacia la acción respecto a generar confianza en el salón de clases, o en términos coloquiales para pasar del dicho al hecho, es necesario discutir el tema abiertamente con los estudiantes y no sólo tratar de asumir una mejor actitud. Muchos docentes hemos participado en ejercicios para construir confianza en diferentes seminarios o cursos, pero muy pocos son los que se preocupan por llevarlos hasta el aula, como parte de la metodología de clase. El más popular entre estos ejercicios es el de dejarse caer confiando en que un compañero estará atrás para recogernos. Esta actividad funciona, pero si por accidente o a manera de broma el compañero nos deja caer o nos hace sentir inseguros, así muchas veces antes nos haya recogido con efectividad, la confianza se romperá por mucho tiempo. Así de delicado es el tema de la confianza entre seres humanos. Todo puede ser fácilmente reparado excepto la confianza. Si un alumno olvida hacer la tarea, basta con admitirlo y proponer una manera de compensarlo, eso sí siendo honesto acerca de por qué no la hizo. Si se rompe algo en el salón de clase, se busca repararlo y ya está, pero si la confianza del maestro o del estudiante es quebrantada, si alguien actúa en contra de las reglas de clase, entonces el entorno cambia por completo. Por supuesto, los niños y niñas tienden a romper las reglas y hacernos perder confianza, pero como parte de su aprendizaje debemos darles nuevas oportunidades, cerciorándonos, igualmente, de que han aprendido su lección y de que están conscientes de que por cada mala acción siempre habrá consecuencias que es preferible evitar. La clave en lograr este ambiente está, por obvias razones, en ser capaces de inspirar confianza, más que en exigirla. Dentro de las actitudes y comportamientos aconsejables para lograr que los estudiantes se sientan cómodos, sin llegar a perder el límite de respeto necesario, están, entre otras:
Siempre contestar las preguntas: No importa si la cuestión ya se ha preguntado, si usted pensaba que ese tema ya había quedado claro, o si se siente agotado. Los estudiantes deben ver con la diligencia y pasión con que usted se preocupa por sus dudas y su curiosidad, con el fin de hacerlos entender y aprender. Es comprensible que la paciencia se acabe cuando sentimos que la clase no avanza, pero esta sensación nunca debe convertirse en frustración, pues los estudiantes leerán la actitud y se empezarán a desinteresar sobre lo que pasa en la clase. Estar preparados y saber escuchar.Para ser asertivos e inspirar confianza es necesario estar seguros y convencidos de lo que estamos transmitiendo, por eso es vital preparar la clase a conciencia y tratando de sacar el mejor provecho del tiempo. Así mismo, un maestro siempre debe estar dispuesto a considerar el punto de vista de sus alumnos y llegar a conciliar las diversas opiniones que pueden surgir en una clase. Promover el diálogo. Cuando una clase inicia con una clara motivación al diálogo, en la que la cátedra del profesor será expuesta para luego dar entrada a la discusión de los estudiantes, será mucho mejor que si el docente se limita a exponer sus puntos de vista e inmediatamente a plantear ejercicios o evaluaciones. Retroalimentación: Finalmente dar retroalimentación es una forma eficaz de sentar bases de confianza, especialmente cuando el diálogo está construido en forma positiva, constructiva y sincera. |
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